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Obra de tórculo (1980) - Catálogo

 Catálogo: Obra de tórculo, Galería De la Mota, 1980 (Madrid, España)

Presentación escrita por José de Castro Arines

Un nombre nuevo, con su inventiva nueva a mi atención, Yolanda del Riego, pintora y grabadora, española de sangre, con pasaporte norteamericano hoy, que va y viene de Madrid a Alaska y de Alaska a Madrid como quien canta sin esfuerzo y con gusto, de acá para allá cumpliendo son las exigencias de su vida, de allá para acá cumpliendo con las exigencias de su sentir para el arte. Esta es la mujer y su credencial expositiva. Frágil de cuerpo y fuerte - extremadamente - de espíritu al no va mas, ahora con nosotros con su gráfica a cuestas, que es su obra más cómoda de medida, pero no la más desmesurada de volumen.

Una gráfica de diversa traza formal, como diverso es su pensamiento. No se puede explicar por el método habitual con que la obra de nuestros grabadores se presenta a nuestra atención. Ahí la tenéis, brillante, ardiendo en fuegos de luz, impetuosa, en donde los modos del grabado buscan acomodo. A su aire, bien cada cual en sus pagos propios, bien confundidos en hermandad más o menos gustosa, desde el aguafuerte al monotipo, con sus adiciones sorprendentes, inesperadas arquitecturas lúdicas en las que el "collage" actúa en su esplendor. No hay ley sino "prontos". Entendéis: cómo si la figura, el cuerpo y el ánimo de estas criaturas gráficas de Yolanda del Riego apareciesen repentizadas. Explicadas, levantadas sin mas a nuestros ojos, nacidas sin previo pensamiento, sino mejor por iluminación, que es como decir por arrebato del almo, en cuya causa no son obligadas razones.

En lo que atañe a su figura y en lo que corresponde a sus fuegos, ni un paso en falso. Las cosas aquí mostradas, aunque graves, no se sienten respetuosas con la costumbre; aunque arrebatadas, en ningún momento pierden su compostura. Y siempre muy personales en su figura y pensamiento.

¿Estilo? ¿Y para qué? Más que estilos, fuegos, luces, impetuosidades. Ni siquiera una técnica, sino muchas, ni siquiera una exigencia sentimental sino el ansia. Todo corazón, que anima las criaturas de esta grabadora española. No sé si ellas tienen anécdota o si se componen con determinadas tensiones figurativas. ¿Qué más da? Lo que me importa es la impetuosidad de su discurso. Lo que vale en ellas es su color de vida. "El rayo que no cesa". Y todo, aquí se ve, tan graciosamente dispuesto, tan ágil, vivamente gobernado. Y más todavía, afirmado sobre asentamientos de mayor solidez. Un arte a plena luz, lleno de luz. Ahí está.